—Ahora eres uno de nosotros. Te ha sido entregado el regalo de Elois y te enseñaremos como aprovecharlo. Pero debes de ser cuidadoso. Aquí todos son tus enemigos. Te voy a decir qué es lo que tienes que contestar a sus preguntas durante las seis próximas horas. Después te dejarán marchar.
Han pasado cinco minutos desde que dejaste la vaina de transferencia. Hace menos de seis minutos habitabas el cuerpo de un receptáculo, casi mil años atrás en el tiempo. El mero hecho de pensarlo te marea y tienes que apoyarte en las paredes de la ducha. Tu cabeza da vueltas. El agua caliente que corre sobre tu piel no ayuda.
Este receptáculo ha sido… mordido. A través de él pudiste notar la energía oscura filtrándose en tu sangre y en tu alma. El sentimiento de un renacimiento, una reprogramación total de todas y cada una de tus células mientras esa cosa bebía tu sangre. No puedes quitarte de encima ese sentimiento de transformación absoluta. Y, sin embargo, fue el receptáculo el que recibió el mordisco, no tú. ¿Cómo explicar este mareo, esta náusea? ¿Por qué continua esa sensación arcana?
Puedes oír ruidos, gritos que vienen de las taquillas. Alguien chilla que os apresuréis. Escuchas los gritos de tus compañeros y el golpe de puertas cerrándose. ¿Qué está pasando? Y, de repente, una mujer entra en tu ducha. El agua empapa sus ropas, pero no parece importarle en absoluto. Sin darte tiempo a reaccionar, pone su mano sobre tu boca y su peso te empuja contra la pared. Su mirada es de un extraño color ambarino y clava sus ojos en ti. Te está dominando con el mero poder de su voluntad.
Se inclina sobre ti mientras la ducha sigue empapándote. Cuando retira su mano, una aguja se retuerce en tu costado. Acaba de darte una inyección entre las costillas. Una calidez increíble embarga tu cuerpo. —¡No hables! Te estoy alimentando —susurra a tu oído—. No quieres que nos vean juntos, cuando salgas te estarán esperando: la policía secreta del Consorcio. Querrán interrogarte. Hay una pastilla en tu zapato izquierdo. Debes tomarla antes de la cuarentena. El efecto dura menos de seis horas, pero podrás mentir sin que te pillen, superarás el detector de mentiras. Debes ocultar la verdad. —Se aleja un poco, escuchando los sonidos de conversación que vienen de las taquillas. El agua se ha detenido. Su pelo negro se pega a su cara, dejando solo uno de sus brillantes iris a la vista.
« Cuando termine nos encontraremos en el Red Light, fuera de la Agencia. Allí comenzaré tu iniciación »